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jueves, julio 31, 2008

Saturnalia

Lo triste no es que devores
a tus hijos y a tus nietos
y que siembres de esqueletos
cada sitio donde mores.
Lo triste es la persistencia
del oprobio y de la afrenta.
Lo triste es que la tormenta
lleva tu hedor y tu esencia.
Lo triste de esta tristeza
es su innegable certeza.
***
Y dice Jorge Salcedo:

Lo triste de esta tristeza
es no saberla llevar,
cambio La Habana y el mar
por llegar a esta certeza:
soy de allí y no soy de esa
única veta creado.
Huérfano, no devorado
voy aprendiendo a nacer
entre mi hoy y mi ayer:
entre aquí y el otro lado.

Huérfano, no devorado,
voy aprendiendo a nacer.
***

Lo triste de esta tristeza
acueste lado del mar
es tener, aún, que aceptar
este dolor. La certeza
de que a nadie le interesa
de nuestro pueblo el destino,
que aún impere el desatino
que nos obliga a emigrar
y que arrojarse a la mar
sea el único camino.
______
título: Saturno devorando a sus hijos
artista: Francisco Goya
año: 1819-1823
técnica: óleo sobre lienzo

miércoles, julio 30, 2008

La serpiente se muerde la cola

Barbuda, brutal y desenfrenada
la gran revolución de pacotilla
diseñó al Hombre Nuevo con arcilla,
plomo, miedo y sangre coagulada.

Y el Hombre Nuevo, en balsa improvisada,
salió a buscar la luz de la otra orilla,
cansado ya de guerra y de guerrilla,
hediondo de consigna y marejada.

El Hombre Nuevo —golem de un sistema
que (cual Saturno) devora a sus nietos—
se echó a la mar y encomendó su suerte

a Dios, al viento y cualquier teorema
y aferrado a recuerdos y amuletos
gritó su redundante: «¡Patria o muerte!».

martes, julio 29, 2008

Lectura en Montclair, Nueva Jersey

Damas y caballeros: tengan la bondad de correr la voz.

Mañana, miércoles 30 de julio, a las 7pm, en Cha Ma Gu Dao —una casa del té ubicada en 212 Glenridge Avenue, Montclair, NJ 07042—, compartiré panel con mi amigo (el poeta y traductor) Nicholas Benson. Benson leerá fragmentos de su traducción al inglés de Viaggio d’inverno y “algo de la chiflada obra de Aldo Palazzeschi”. Por mi parte, leeré esquirlas de mi traducción al inglés de Al norte del infierno, una divertidísima novela de ese animal de galaxia que es Miguel Correa Mujica. Juegos de palabras, tráfico entre lenguas, traiciones literarias y otros tópicos afines saldrán a colación.

Como dijera Obi-Wan-Kenobi: «la literatura es buena para el colesterol». Además, es probable que los asistentes al evento pierdan —o ganen, según sus necesidades— un par de libras, en el noble acto de beber té.

Dos notas al margen:

1- Esta presentación será en inglés.
2- Gracias, querida Isis. Me sumo a tu anhelo. Ojalá pudieras estar ahí.

Nos vemos.

Castro en la red de las maravillas

«¿Qué cosa es el hipertexto?»,
le pregunta el comandante
a su bovino ayudante
y éste le explica el contexto:
«La vida en la red de redes
se parece a aquel espejo
de Alicia, la del conejo:
laberinto sin paredes…».
Y el loco entendió solito:
Internet: el infinito.

Del primer objeto de su lujuria

Transcribo un cuento de Teresa Dovalpage.
***

Del primer objeto de su lujuria

La Víbora es un barrio con personalidad propia, diferente de cualquier otra zona de La Habana. La Víbora es cristiana, santera y metafísica. Tiene su Centro Rosacruz y su Loma del Burro repleta de matorrales entre los que se pudren plátanos manzanos amarrados con lazos rojos. Tiene la iglesia católica Los Pasionistas, donde las espiritistas locales les piden a los curas agua bendita para darle un toque ecuménico a su mediunidad.

San Anastasio es una calle viboreña que huele a sol y a asfalto derretido. Una calle bordeada de yerbitas que crecen en la acera por donde se pasea el gato de la carnicería —un gato gordo y negro, que responde al nombre de Musulungo. Cuando cae un aguacero de esos tropicalmente rápidos, el vaho de la tierra mojada envuelve a la calle como lluvia de semen. Así es.

En el año setenta (cuando la zafra de los Diez Millones) Teófilo vivía allá en San Anastasio, casi esquina con Vista Alegre. La casa era grande, con las paredes apagadas y musgo en los rincones. En el patio trasero crecían un árbol de naranjas agrias y un jazmín anémico cuyas pálidas florecitas sin olor cubrían la tierra cuando soplaba el viento de Cuaresma.

En el primer cuarto dormían Teófilo, Mami y el recuerdo de Papaíto. En el segundo se encerraba el abuelo, sesentón todavía fuerte y poseedor de una barriga empinada que le inflaba la camiseta como si tuviera debajo un barril de cerveza Hatuey. Lo llamaban Papá Pipón. De noche, por las rendijas de su puerta salía humo de tabaco y peste a ron.

El tercer cuarto era el último, el de allá atrás, transformado por la pronunciación barriotera del viejo y la infantil de Teófilo, en Allatrá. En Allatrá no dormía nadie, pero los ojos de un Jesucristo desteñido se enroscaban con rabia en los ojillos maliciosos de una mujer. Ésta vivía en un cuadro polvoriento que alguien había colgado frente por frente al del Sagrado Corazón.

La mujer alardeaba de unas piernas muy largas que asomaban por debajo de una falda muy corta. Tenía cara de no romper un plato, pero su sonrisita de modestia mentida no engañaba a nadie, mucho menos a su vecino de pared. En su mejilla izquierda negreaba un lunar falso y desteñido por los años. Las miradas incendiarias del Cristo censuraban en silencio a aquella flapper detenida en el tiempo, que lo retaba así a la descarada con el nacimiento del muslo.

Delante de la mujer montaba guardia un sucio vaso milagrero, para envidia del Jesús iracundo, cuya sed nadie se preocupaba de apagar. Cuando un rayo de sol del patio se deslizaba serpenteando hasta Allatrá encendía chispas polvorientas en el agua dormida. Sólo el vuelo de los moscones rasgaba la tranquilidad del cuarto, hasta el día en que Teófilo descubrió a la mujer.

A Teófilo le habían puesto así por empeño de su padre, que era loco al boxeo. Para que nos salga un campeón como Stevenson, con los cojones bien macizos, había decretado en cuanto el chiquillo nació. A la madre no le gustaba mucho el nombre, pero quien manda, manda. Su marido la convenció.

Los primeros recuerdos del futuro campeón se perdían entre besos con olor a cebolla y pellizquitos en las nalgas, prodigados por Mami. Papaíto ya no estaba. De él no quedaban más que una medalla, un par de botas viejas con huellas de tierra africana, y un uniforme verde olivo. Mi papá se murió en Angola, decía Teófilo sin pena y sin miedo. Yo no me acuerdo de él.

Los besos encebollados solían enredarse con extrañas preguntas, cuyas respuestas le habían sido dictadas al chiquillo con antelación suficiente. ¿De quién es este rabito? Beso en la frente y apretón allá abajo. De mi Mami. ¿Y de quién son estos huevitos? De mi Mami también. Beso en la barbilla, y más masacoteo. ¿Y tú me quieres mucho, nada más que a mí? Ay. Sí.

Hasta que Papá Pipón, incomodado, advirtió un día que aquello sonaba muy mal. Sentó a Teófilo en sus rodillas y, apretujando con su mano terrosa los órganos ya mencionados, le informó muy serio que debía contestar “de las muchachas” a las dos primeras interrogantes. Después fue a buscar a su hija y la puso de vuelta y media:

—¡A ver si traumatizas al chamaco con tus comemierderías, sanaca! ¿Cómo lo vas a dejar que diga que su pichita es tuya? ¿O lo quieres tener toda la vida pegado a ti, para que termine maricón?

Quizás temiendo que “las muchachas” llegasen en manada para arrebatarle su legítima propiedad, una tarde Teófilo, a solas en el cuarto, se estrujaba el rabito entre los dedos cuando Papá Pipón lo descubrió. Instintivamente, el niño soltó el cuerpo del delito y se sentó en la cama muy derecho.

—¿Qué estaba haciendo usted ahí? —preguntó el viejo con voz ácida y ojos de sapo exasperado—. ¿Qué estaba haciendo, eh?
—Nada —musitó Teófilo, poniéndose coloradísimo.
—¿Y por qué estás tan sofocado?
—Porque… me puse a saltar en el colchón.
Las arrugas de Papá Pipón se acentuaron en un visaje de simio socarrón.
—¡No seas mentiroso! ¿Te crees que yo me chupo el dedo? Si todavía tienes el pantalón abierto... ¡A los cinco años, carajo! ¡Los chiquillos de hoy nacen sabiendo sinvergüencerías!
Teófilo improvisó un puchero.
—No, no tengas miedo —el abuelo, sorpresivamente, endulzó la voz y la bajó hasta un ronroneo—. Yo no te voy a castigar, bobito. Seguro que tú no sabes bien cómo se hace. Mira, échate pa acá.

El viejo tenía dedos largos y expertos en hurgar las intimidades de hierro de los carros. Había sido mecánico de lujo, especialista en Fords, hasta que un goteo aceitoso de los lagrimales lo mandó de cabeza al patio de chatarra del mundo laboral. Con una mueca cómplice, Papá Pipón se levantó el capó de su propio carromato y le empezó a enseñar al nieto cómo mecaniquear.

A partir de ese día, Papá Pipón y su aprendiz se encerraban con engañosos pretextos en el cuarto del viejo o en Allatrá. Mientras tanto, Mami se ajetreaba en la cocina o cabeceaba inocente frente al televisor, absorta en las telenovelas o en Cocina al Minuto, de Nitza Villapol.

Pero Teófilo presentía que había algo apócrifo en aquel masajeo frenético. Adivinaba que a él le fallaba la mecánica, aunque no sabía dónde. Pues ¿por qué su rabito no explotaba en catarata cálida como el surtidor que brotaba de la tubería de Papá Pipón?

—Paciencia, hijo —lo tranquilizaba el viejo—. Dale tiempo al tiempo, que todo llega. Un día te vas a sorprender.

Aquello lo consolaba un poco, aunque, por las noches, lo perseguía la imagen del apéndice del abuelo. Éste crecía, llenando la penumbra del cuarto y eclipsando con su potencia al avergonzado rabito, diminuto y tan pálido como los jazmines anémicos que crecían en el patio.

El viejo Pipón no era malo. Pero eso sí, mejor ponerse a salvo cuando se encabronaba porque solía cegarse como un potro cerrero. Le sacó dos muelas de un bofetón a su hija Luisa, la menor, cuando ésta se enredó con un joven barbudo, un teniente rebelde recién bajado de la Sierra. El tal teniente, tronco de mulatón camagüeyano, deslumbró a la habanera ingenua y la dejó preñada, para perderse luego en la marea creciente de la burocracia militar.

A Luisa le quedó de recuerdo una mulatita de pelo malo y piel azafranada que acudía dando brincos cuando la madre berreaba ¡Algohá! A los que se interesaban por la génesis del nombre, Luisa les contestaba encogiéndose de hombros que algo había que llamarla, ¿no?

Pese a la mulatita y al marinovio evaporado, una vez que a Luisa le bajó la hemoglobina hasta las chancletas por causa de un aborto, su padre fue a cuidarla. Al fin es que la sangre es la sangre. Y estas hijas mías han estado sin la guía de una madre desde que murió mi mujer, que en paz descanse, cuando ellas eran unas señoritas. ¿Qué culpa tienen las pobres si me salieron un par de huevos cluecos en esta rebambaramba que se nos armó aquí?

—Yo me voy a pasar un par de días con su tía Luisa y su primita. Usted es ahora el hombre de la casa, así que compórtese —le advirtió Papá Pipón al nieto antes de irse.

Lucía el viejo muy serio, con un paquete bajo el brazo. En el paquete había cuatro libras de carne de tercera que el carnicero le acababa de cambiar por un ventilador americano del año cuarenta y dos.

Teófilo se quedó solo. Era sábado y Mami había ido, con resignación bolchevique, a hacer trabajo voluntario en las afueras de La Habana. El muchacho se dedicó al ilícito goce de registrar las pertenencias de los mayores. Entre las de su madre encontró una bolsa llena de blúmeres que despedían efluvios acres y una caja forrada de terciopelo rosa en la que se ocultaban adornos decadentes. Se probó una gargantilla, dos collares de perlas falsas, un pasador dorado y un corsage muy ajado de violetas marchitas.

El corsage era recuerdo piadoso de un baile al que asistieran Mami y Papaíto en el Casino Español, a finales de los años cincuenta. Papaíto estudiaba el tercer año de medicina en la universidad y compraba, cuando tenía dinero, algún bono del 26 de julio. Se había enamorado a primera vista de Mami, dependienta simpática de la Farmacia Taquechel. Ilusionado, la invitó a una cena de Noche Buena en el Casino Español. Se hicieron novios mientras compartían una pechuga de pavo y media botellita de champagne.

Aquél fue uno de los últimos bailes del Casino Español. Luego la Navidad fue desterrada por contrarrevolucionaria, el pavo por burgués y el champagne por imperialista. Mami pasó a decirles a los clientes de Taquechel (convertida en Unidad Farmacéutica número 2341) que no había ni aspirinas, y a ponerles cara de estreñimiento. Papaíto, enviado a Angola con la primera oleada de internacionalistas, trató de remendar los cuerpos destrozados de sus compañeros de armas hasta que la ráfaga del AKM ruso de un angoleño despistado lo cortó en dos a él.

Pero Teófilo, ajeno al pedazo de historia familiar que tenía delante, se aburrió pronto y pasó al cuarto del abuelo. Encontró una nube de cajetillas de cigarros vacías, un enjambre de cabos de tabaco, una botella mediada de ron y dos gavetas llenas de camisetas ripiadas y calzoncillos orinados mil veces y secados al sol del patio. Bah. Pateó con rabia un mocho de tabaco y fue al patio a jugar.

Por la tarde se metió en Allatrá, último reducto de su esperanza. Al entrar se fijó por primera vez en el retrato de la mujer, al que hasta entonces había mirado sin prestarle atención. Detrás de su vaso de agua, la flapper se levantó la falda hasta la cadera haciéndole una mueca putesca. El descubrimiento de que no llevaba blúmeres se le reflejó a Teófilo con un cosquilleo grato en la entrepierna.

De quién es este rabito y empezó a masajearlo suavemente, como Papá Pipón le había enseñado. Pero en mala hora se le ocurrió dar media vuelta, y, al tropezar su vista con el Jesús del cuadro, le pareció notar una chispa colérica en sus ojillos verdemar.

Papá Dios lo ve todo y te castiga si haces cosas feas, le había advertido Mami una vez. Los niños malos van derechito pal infierno, pero no hables de eso en la escuela porque puede perjudicar. Y si alguien te pregunta si aquí somos creyentes o si tenemos cuadros de santos o de vírgenes, tú le dices que no.

Teófilo ya sabía que con el rabito no se jugaba delante de Mami, a no ser que ella iniciara el toqueteo. Seguro que tampoco se podía manosear delante de Papá Dios. Las miradas ardientes de aquel señor tan serio lo desconcertaron y se volvió otra vez de espaldas a él, concentrándose en las piernas de la mujer, que seguía guiñándole el ojo y hurgándose con perverso placer en la pelusa oscura que tenía entre los muslos.

Pícara suerte que sonó la cerradura en ese momento y el chiquillo tuvo que salir de Allatrá echando un pie. Era la madre, que venía en mala hora a interrumpirle la ceremonia púbica y el de quién es este rabito, eh.

Por la noche se comieron la raspa empelotada del arroz, que llevaba dos días escarchándose en el refrigerador, y una tortilla de cebollas.

—Mañana voy a preparar frijoles negros, hoy estoy demasiado cansada para ponerme a cocinar —dijo Mami al servirle.
Se notaba agotada y de mal humor, después de haber pasado el día recogiendo tomates en una finca allá por Luyanó. Al filo de las nueve, la luz dijo adiós Lola y el barrio completo se ensombreció.

Teófilo masticaba callado la raspa del arroz, tan gomosa que se le adhería a los dientes como si fuera chicle. Empezó a improvisar versitos bobos:

La peste gris y blanca de la luz brillante me hace cosquillas.
¿Por qué era tan chiquita la tortilla?
Mami tiene las tetas gordas como una nube
cuando va a llover.
Pero me gustan más las otras, las de aquella mujer.

Unos bichitos de alas finas rondaban lentamente la esfera luminosa del quinqué. El niño los miraba rozándose las ingles. A cada rato desviaba la vista para escrutar los pechos de su madre, cuyos pezones se transparentaban debajo de la bata de casa.

Al levantarse de la mesa se lanzó en una carrerita de galgo hasta Allatrá. Lo paró en seco el temor a que Mami lo descubriera allí, a usted qué hace metido en ese cuarto, renacuajo, y a la oscuridad que amortajaba la casa. Se echó en su cama opaca con la promesa de mañana sí, tú verás que mañana sí.

Al fin mañana se convirtió en hoy, un hoy que era domingo rojo. Mami volvió a tener trabajo voluntario. Esta vez se trataba de barrer las calles viboreñas, que no se limpiaban desde que el ciclón Flora descuajeringó a todos los árboles que las bordeaban. El viento de Cuaresma, que soplaba implacable desde hacía una semana, contribuía al reguero desparramando polvo, hojas, ramas rotas, papeles sucios y hasta ropa que conseguía arrancar de las tendederas entre silbiditos de burla.

Teófilo se tomó la leche fría porque el gas se había ido y Mami andaba demasiado apurada para encender el reverbero.

—Pórtate bien y no salgas hasta que regrese tu abuelo —le advirtió su progenitora, que seguía de un humor de perros—. ¡Mira que te pongo de penitencia como no andes al hilo!

De penitencia puso Teófilo al Cristo, por librarse de sus miradas. Lo viró cara a la pared, apoyándolo en una mesa vieja. Y ya puesto a descolgar cuadros, descolgó también el de la mujer para observarlo a gusto, sosteniéndolo con cuidado entre los dedos de apretar el rabito. Después de soplar una capa de polvo, Teófilo pegó la nariz al cristal. Entonces percibió claramente el aroma de un perfume desconocido. Je Reviens.

—Tú eres mi novia —resolló casi ahogándose, en tanto que el rabito se le elevaba vertiginosamente hacia el techo despintado de azul—. Nosotros vamos a casarnos, eh.

Se anegó en el sofoco que le nacía en lo más profundo de la entrepierna, en la ola cálida que prometía esta vez no disolverse, sino explotar gloriosa entre sus dedos. Ahora sí, jadeaba, ahora sí, y los ojos se le cerraban para abrirse a un teatro interior donde, a colores y en plena animación, la mujer del cuadro movía rígidamente sus piernas de modelo y le mostraba con descaro la chocha peluda. Ponme la mano aquí, Macorina, pon, pon, cantaba la sonsacadora y Teófilo oía el estribillo repiquetear dentro de su cabeza. Ponme la mano aquí que la tengo fría. Pon.

—¡Degenerado, haciéndote una paja a costillas de mi señora difunta! —le desbarató la tonada el grito de Papá Pipón—. ¡De tu propia abuela! ¡Tan rebejío y tan cabrón!

Un puñetazo lanzó al niño de bruces contra el suelo. El retrato cayó con él, haciéndose añicos y entintándole la frente con los pedazos rotos del primer objeto de su lujuria.

¿Cómo va a ser mi abuela? Las abuelas son viejas y tienen canas, espejuelos y las piernas flacas y jorobadas. Las abuelas no andan por ahí enseñando la florimbamba. Cómo va a ser mi abuela si yo no tengo abuela, yo no tengo papá, yo no tengo nada.

Papá Pipón envenenaba el aire quieto de Allatrá con maldiciones viboreñas. El viento de Cuaresma, afuera, seguía haciendo volar el polvo gris sobre San Anastasio. Jesucristo, triunfante, le sacó medio palmo de lengua al chiquillo asustado. Eso es para que aprendas. ¿No sabías que Papá Dios lo ve todo y te castiga si haces cosas feas? Merecido que te lo tienes, ¿eh?

Teófilo se incorporó con el corazón desbocado. Le ardían en el mismo centro de la vida los insultos del viejo, la burla de Jesús y las cortaduras que le laceraban dedos y frente.

—Cuidadito con decir nada de esto a nadie, porque le arranco la lengua con un alicate y se la pico en la máquina de moler —le advirtió el viejo, tremebundo—. Si su madre se entera de lo que estaba haciendo, lo bota para la calle, ¿sabe? Lo manda para una beca, para Rusia, para la casa del carajo. A ella le vamos a decir que jugando con el cuadro se cayó y se cortó.

Que me manden para el infierno. Total.

El domingo rojo se cerró con las lamentaciones de Mami que regresó hambrienta, llena de polvo hasta las cejas y otra vez, por variar, con el humor emponzoñado.

—¡Ay, que por estar yo ocupándome de lo que no me importa mi hijo casi se saca los ojos! ¡Ay, que se rompió el único retrato que conservaba de la pobre mamá! ¡Ay, que se acabó el agua y ahora no me puedo bañar hasta mañana!

Media hora más tarde la luz siguió los pasos del agua. Aquella noche tampoco hubo tiempo para cocinar los frijoles. Lo único que comieron fue pan con aceite y ensalada de coles.

lunes, julio 28, 2008

El “modelo chino”

Inspirado en una caricatura de Tejuca y unas rimas de Salcedo, escribo unas líneas.
***

Raúl piensa seriamente
hurtar el modelo chino
—que andando se hace camino—,
y lo que diga la gente
del longevo combatiente
y su fuero y desatino
a Raúl le da un comino,
que para algo es “Presidente”.
Raúl sueña con “la China”
y la pasión lo domina.

domingo, julio 27, 2008

Te doy una canción con mis dos manos, con las mismas de matar

Poco antes del cierre y secuestro de su blog ―aunque no necesariamente en ese orden―, los entrañables Mickeys de Miami revivieron un episodio tristemente célebre del deporte profesional: la muerte del boxeador cubano Benny “Kid” Paret a manos de Emile Griffith. La historia es conocida: días antes de la pelea, durante el pesaje, Paret había ―supuestamente― hecho comentarios despectivos sobre las preferencias sexuales de su contrincante. Una línea que ―según la opinión pública de la época y del propio Griffith― no debía haber cruzado. Ya en el ring, el americano se dejó llevar por la ira y el duelo ―desde sus inicios y quizá sin que los contrincantes lo supieran― estuvo marcado por el signo de la muerte.

Décadas después, a raíz de su salida del armario, Griffith declararía: «Yo maté a un hombre y la mayoría de las personas lo entiende y me perdona. Sin embargo, yo amo a un hombre y eso para muchas personas es imperdonable».

La semana pasada comentaba este episodio con César Reynel Aguilera, quien además de ser un excelente escritor es aficionado al boxeo. Esta combinación ―uso la palabrita a sabiendas― se evidencia a lo largo de su novela, R.U.Y., sobre todo en el fragmento que transcribo a continuación.

***

Eso fue lo que pasó. Salieron a matarse. Ya se conocían bien y perdieron poco tiempo para meterse en el tercer ring. El réferi fue Ruby Goldstein, un buen hombre que se estaba recuperando de un infarto, y del que se dice que esa noche tuvo su peor actuación. Padrino no cree en eso, Padrino jura que es verdad que al Nano le gustaba hacerse el que estaba en malas condiciones, se hacía el muerto pa’ ver el entierro que le hacían, cuando el contrario se acercaba a prenderle la última velita el Nano lo clavaba en la lona, eso es verdad, y también es verdad que el bueno de Goldstein lo sabía. Pero eso poco importa, lo que importa es que esos dos salieron a preguntar quién merecía vivir. Porque hay cosas que no se dicen, porque hay cosas que no se hacen; y si las decimos, o las hacemos, entonces tenemos que aprender a cargar con ellas por la vida, a menos que tengamos el valor de preguntar el veredicto de los que mandan. Eso es algo que nunca van a entender los que gritan en las gradas, eso es algo que nunca van a entender los que lloran entre cuerdas de guitarras. Esos dos no se subieron allá arriba por nada ni por nadie que no fueran ellos mismos y sus asuntos pendientes con la vida. Ahora hablamos de la culpa, hablamos de la civilización, ahora decimos que estas cosas deben evitarse, que deben ser prohibidas y olvidadas, ahora queremos creer que se puede vivir sin el concurso de los guerreros, sin la compañía de los que saben mirar de frente a la muerte, de los que corren hacia el humo y el polvo, hacia la sangre y la furia, siempre en contra de la multitud. Decimos que son bobos, imbéciles, retrasados mentales que terminaron haciendo esas cosas porque no pudieron hacer otras. Pero de tanto en tanto, y de vez en vez, los dioses nos recuerdan que la civilización es el sueño de los bárbaros; y para que no lo olvidemos nos mandan un asesino a la puerta de la casa, un violador al próximo callejón, un degenerado que nos levanta sobre sus hombros para tirarnos al vacío o a las olas del mar. Ese día rezamos por un guerrero, ese día nos quedamos en una sola pieza y descubrimos el valor de un simple movimiento de nuestros brazos, ese día, coño, ese día cambiaríamos cada uno de nuestros dólares por ser capaces de tirarle un golpe a la muerte que nos corroe las entrañas. Eso fue lo que hizo Benny Kid Paret, le apostó al peso de sus palabras y salió a cumplirlas con la fuerza de sus puños. El Nano aguantó durante cinco rounds el ataque feroz de Emile Griffith, en el sexto salió a combatir sangrando por la nariz y con una herida en la ceja derecha, se estaban dando palo a palo, pero en un momento el Nano empezó a dominar, sus combinaciones empezaron a llegar con más fuerza y certeza, tiraba y tiraba con la secuencia de una ametralladora y la precisión de un francotirador, hasta que logró atrabancar a míster Griffí con una combinación que pudo haber sido mortal, pero no lo fue. Porque Padrino no se cansa de repetir que en el tercer ring las cosas suceden más despacio de lo que nadie puede imaginar, en el tercer ring los golpes se dosifican y el tiempo alcanza para echar un párrafo con la muerte, la dama se acerca melosa con su propuesta “ahora es cuando es, soy yo, o eres nada”. Y el fajador le dice que ni ella ni la madre que la parió. Que va a ser un nocao de quince segundos, los suficientes para que míster Griffí se levante y acepte las disculpas de su vencedor, o la solicitud de que traiga al marido, lo mismo da en un mundo donde no hay vencedores ni vencidos, culpables ni pecadores. Así fue la derecha que envió a Emile Griffith a la lona, la puntilla que lo clavó por ocho segundos que debieron ser quince. Pero estaban en New York, y la muerte rondaba entre las cuerdas, y el público gritaba por su ídolo, y los dioses jugaban con el tiempo. Al conteo de ocho sonó la campana, siete más le hicieron falta a míster Griffí para recuperarse. En el próximo round el Nano volvió a machacar a su contrincante, pero las cosas empezaron a cambiar, la muerte desviaba los golpes; se colgaba de los brazos del Nano y le hablaba de la leña que Gene Fullmer le había dado unos meses antes, la muerte le hacía guiños al neoyorquino y le decía que no se preocupara, Patroclo y Aquiles habían apostado por él. Así llegaron al doce, y los brazos de Emile Griffith se convirtieron en guadañas. El Nano iba retrocediendo y tropezó, fue a dar contra las cuerdas y uno de sus puños se enredó. Griffith se adelantó como un tigre y sin darle tiempo para sacar el brazo enredado lo trituró sin piedad, lo molió al ritmo de las tres sílabas que no se dicen, el brazo siguió enredado entre las cuerdas, y el bueno de Goldstein nada hizo, ¿qué iba a hacer? Si no estaban ni allí. Sus ojos vieron algo que ya estaba escrito. El Nano recibiendo golpes a mansalva, el Nano con la cabeza rebotando contra el poste de la esquina, y la muerte diciendo “ahora es cuando es, soy yo, o eres nada”. Y míster Griffí quiso ser algo más que un peleador, y el público no quiso que parara, y el réferi tampoco pudo hacerlo. Sólo dos compartían el mismo ring, uno ya estaba muerto.

―Con las zapatillas puestas.

sábado, julio 26, 2008

Aquí se construye un edificio de microbrigada

En vista de que la revolución cubana nació muerta ―aquel sangriento 26 de julio―, en Salcedo Diario le damos santo sepulcro de la mejor de las maneras: con un cadáver exquisito. Armamos el muñeco como sigue: un verso, Salcedo, otro, yo.
***
Este 26, ¡todos a la vaquería!

26 no, una sola, ésta es tu deuda:
la leche prometida no aparece,
la leche programada crece y crece
con tanta mala leche que me endeuda.

Láctea es la fe con que las masas leudas
en láctea perorata que envilece,
lácteas las reces, ¡pero no aparece
ni una res! ¡Ni los feudos me enfeudas!

Mamando marabú encontré a mi novia,
mis primas van por leche a los hoteles
y ordeñan puercos hasta la mañana.

Supera de una vez la lactofobia.
Las vacas rojinegras son peleles.
¡Que por fin llueva leche en Centro Habana!

26 de Julio: Imágenes del Gran Circo

Hoy van a festejar otra victoria
los huérfanos de todas las batallas,
los ciegos por afán con sus medallas,
los necios con sus gritos y su euforia,

los hijos de los hijos de la tierra,
los muertos convencidos y sonrientes,
la ira del campeón de los valientes,
los crédulos y su botín de guerra.

Hoy quieren empezar el festín pronto,
gozar el carnaval hasta la aurora...
El júbilo se extingue poco a poco.

«¿Victoria sobre qué?», pregunta el tonto.
Dice el líder: «Victoria abrumadora».
«Victoria indiscutible», aplaude el loco.

viernes, julio 25, 2008

De cómo Dr. Seuss predijo los penúltimos días de Fidel Castro

Traducción literal:
Y hoy el gran Yertle,
ese maravilloso ser,
es el rey del lodo.
Es todo cuanto puede ver.

Traducción al cubano:
Y hoy Fidel el marrano,
ese insólito ser,
se revuelca en el fango.
¿Qué otra cosa va a hacer?

jueves, julio 24, 2008

Avispero revuelto

Salcedo sigue haciendo de las suyas. Acaba de colgar en su blog unos versos a Antonio Guerrero, uno de los espías castristas de la tristemente célebre “Red Avispa”. Por acá, con gratitud y entusiasmo de chiquillo, le sigo la rima:

Antonio Guerrero lucha
contra el pueblo anti-castrista;
le teme a San Juan Bautista
y al bugarrón de la ducha.
Antonio Guerrero intenta
desde su celda de espía
aprender mercadería:
pondrá sus cuadros en venta.
Antonio, ilustre chivato,
tienes cárcel para rato.

Cuando lo cóncavo es convexo

Hoy, en mi trayecto al trabajo y a merced de las inclemencias del tiempo y la carretera, sintonicé mi estación de Jazz favorita justo en el momento en que Don Braden interpretaba “Speedball”, del álbum Gentle Storm. “Gentle Storm”, traducido mal y pronto al castellano, quedaría como «tormenta “gentil”, “suave”».

Este gentil contrasentido me trajo a la mente el quizá más tierno de todos los disparates que escuché en mis días en la isla. La frase es atribuida —como tantas otras— a ese inolvidable exegeta del castrismo y la mala idea que es Pedro Ross —por entonces ya a cargo de la gubernamental CTC (Central de Trabajadores de Cuba)—. La joya prosaica del susodicho rezaba:

«El periodo especial ni nos perjudica ni nos favorece. ¡Todo lo contrario!».
Recordar tamaña burrada me hizo reír, derramar café en el asiento del pasajero y salir a la caza del oxímoron perfecto. El tráfico y la lluvia me dieron la excusa; Cuba me dio los (pre)textos:

- inteligencia militar
- ministerio de cultura
- pensamiento crítico
- revolución cubana
- permiso de salida
- premio literario
- héroe nacional

Como siempre, se aceptan sugerencias.

***
Listado (ampliado) de contrasentidos
Jorge Salcedo:
- moneda nacional
- los derechos humanos que defendemos
- picadillo de soya
- higiene sexual
- Cubavisión
- Machado Ventura
- reflexiones del compañero Fidel

César Reynel Aguilera:
- órgano oficial

F.C.:
- trabajo voluntario

Constancio Baraguá (alias Cuco):
- batalla de ideas
- primer secretario
- dictadura del proletariado
- poder popular
- ministerio del azúcar,
- ministerio de agricultura,
- ministerio de la pesca,
- comandante en jefe

N:
- quedó bonita la actividad
- 31 y más pa'lante
- en el marco de esta actividad
- croqueta al plato
- oso prudencio

Bustro:
- juventud rebelde
- revolucionario honesto
- intelectual orgánico
- crítica constructiva
- nuevo vedado
- almuerzo escolar
- canción protesta
- moral revolucionaria
- periodo especial
- libreta de abastecimiento
- discurso breve
- dignidad socialista
- futuro prometedor
- derechos ciudadanos
- consejo de ayuda mutua económica

miércoles, julio 23, 2008

Chiquita Blues

Transcribo —con su venia y en exclusiva— una nota que me envió Paquito D’Rivera. A quienes vivan en Connecticut: no se pierdan el concierto.

***
Dice el Paq Man:

Aunque aún no he terminado de escribirla completa, “Chiquita Blues” —inspirada en la graciosa biografía novelada del escritor cubano Antonio Orlando Rodríguez— tendrá su estreno oficial en el festival de Jazz de Litchfield, Connecticut, el próximo 1ro de agosto.

“Chiquita Blues” es una pieza muy alegre, combinación de la armonía típica del “twelve bar Blues” americano y la estructura rítmica de contradanza cubana, de la época que le tocó vivir a la liliputiense. Será lindo estrenarla en ese festival de Litchfield que es un evento trascendente.

martes, julio 22, 2008

Salcedo Diario y Bustro Esporádico


Para dar fe de que Salcedo viene chapeando bajito, transcribo una décima suya a un señor de infeliz memoria. Y aprovecho para añadirle una coda.

Dice Salcedo:

“Eliades Acosta Matos, Secretario de Cultura del Comité Central del PCC, ha sido liberado de su cargo”, anuncia PD en exclusiva.

Eliades Acosta Matos,
un hombre de pensamiento
oficial, de gran talento
policial, marxista innato,
reformador del castrato
en castrismo, bailador
social, buen historiador
de historias, crítico impar,
se va a Madrid a salvar
los logros del logrador.

***
Y mi coda:

Eliades Acosta Matos
a España enfila su vela:
a apostar en la quiniela
y beber vinos baratos.
Hastiado de malos ratos
de la jauría se aleja
y hasta de la Habana Vieja
y sus hermanos chivatos.
Que me engañes bien, chaleco.
que tu manga tiene un hueco.

Salcedonia

La siguiente noticia me aligera la carga en medio de un día de por sí triste: Jorge Salcedo estrena blog. Y yo me tomo el descarado atrevimiento de transcribir su nota de bienvenida a sus lectores e invito a los míos a frecuentar Salcedo Diario y apoyar al vate en su intento kamikaze de colgar “un poema cada día, todos los días, por un año”.

***
Dice Salcedo:

Hace algo menos de un mes, comencé a comentar en sonetos y décimas las noticias del día y los temas propuestos en los blogs que frecuento. El ritmo de mis comentarios ha ido creciendo a diario, y con él, la sospecha de que tanto verso puede resultar un estorbo para los blogeros y sus lectores. Con esta sospecha en mente y el firme o dudoso propósito de versificar cada día, todos los días, por un año, he abierto Salcedo Diario. Aquí quedarán recogidas mis cubanerías poéticas, solo para quienes decidan, voluntariamente, someterse a su lectura. (...) Mi única promesa es un poema diario, todos los días, por un año. O perecer en el intento.

Cuando un amigo se va

Con profundo pesar, transmito la noticia del fallecimiento de María “Cuca” Pino tras una larga y penosa batalla contra el cáncer. Nuestra amistad nació a principios de este siglo, cuando nos conocimos gracias al Archivo Cuba —un imprescindible proyecto que está documentando el costo en vidas del proceso político-histórico conocido como la Revolución Cubana; este empeño es capitaneado por su hija, María Werlau—.

Cuca fue fundadora del Archivo Cuba, así como del capítulo de M.A.R. Por Cuba (Mothers Against Repression) en Puerto Rico y directora de dicha organización. La última vez que la vi en vida fue hace cuestión de cuatro meses, cuando nos reunimos en su casa para una reunión ordinaria de la Junta de Directores del Archivo Cuba. Hasta entonces, mi estima y admiración por Cuca eran muy altas, pero verla —en medio de su batalla contra la terrible enfermedad— librar otra batalla que le era igual de importante —por la memoria, verdad y justicia de las víctimas del totalitarismo cubano— me hizo tener una idea mucho más cabal de su grandeza.

Cuca nos deja en desconsuelo a quienes tuvimos la dicha y la suerte de conocerla. A su hija, mi querida María Werlau, sus nietos, familiares y amigos, les extiendo mi más sentido pésame.

En paz descanse, María “Cuca” Pino .

lunes, julio 21, 2008

Señor de las palabras (perdidas)

(a Jesús Díaz)

Descubrió los anillos del ofidio,
las barbas del caimán que no merece,
las siglas de una tierra que padece
la censura, la diáspora, el exilio,

las tormentas de nieve, los consejos,
las úlceras de sol en la azotea,
la crítica, el olvido de la aldea,
la distancia, el encuentro y sus reflejos.

Todo lo tuvo: el mar, el aire, el puerto,
un destierro tardío y coherente
y ese verbo afilado a flor de boca.

En La Habana aseguran que anda muerto.
En Madrid, se pasea entre la gente.
Es arena, agua, fuego, lluvia, roca.

sábado, julio 19, 2008

Apuntes emergentes

Mientras viví en La Habana y, sobre todo, a finales de los noventa, yo era una máquina de escribir poesía. O, más específicamente, una máquina de escribir poemas y peomas. (El peoma es un poema tan escandalosamente malo que merece una categoría aparte). Producto de la censura imperante en Cuba, estos poemas y peomas míos de hace una década eran abstractos, simbólicos, de muy difícil lectura... ¡incluso para mí! El hermetismo de la voz poética de entonces respondía al hecho de que, como es sabido, en la isla, para decir “el perro tiene hambre” hay que dar un elegante rodeo y escribir “me gusta mucho tu gato”. Esta peculiaridad hace que La Habana ostente el mayor por ciento de poetas y peotas por centímetro cúbico en el mundo.

Hasta el momento de mi llegada a los Estados Unidos, jamás había escrito ficción. Practicar dicho género en Cuba, para mí, era un desperdicio y un despropósito, pues la forma en que quería exponer y comentar la vida en la isla bajo la omnipresente bota del régimen podría haber acarreado problemas que iban desde la inminente perdida del trabajo (un trabajo miserable, pero trabajo al fin) hasta una posible sentencia por el folclórico delito que allá nombran “diversionismo ideológico”.

En resumen —y esto lo sé hoy, pero no lo sabía entonces (o, peor, no quería saberlo)—: en La Habana yo le temía a mis palabras y las posibles consecuencias que éstas me podrían traer. De tal suerte, opté por escribir los antedichos poemas y peomas. Sin embargo, una vez en Nueva York, ya sin mesas redondas, ni CDR, ni Ley Mordaza, la novela se me reveló como el formato apropiado para lo que quería contar.

Todavía hoy me sorprende el entusiasmo y el impulso con que escribí mis Salidas de emergencia. Terminé el primer borrador del manuscrito, que tecleaba en mi tiempo libre —lo que equivale a cualquier momento desde que salí de Cuba—, en cuestión de un año. Escribir la novela no fue la tarea más ardua. La parte engorrosa fue ponerla a dieta: quitarle el colesterol, las malas grasas, las sales, el exceso de agua y el teque, la muela, el panfleto (esas tres grandes obsesiones cubanas). Entre una cosa y otra, la novela perdió unas 50 páginas. Dar con la editorial adecuada para el manuscrito fue una odisea penosa e insólita que quizá merezca otra novela, que prometo no voy a escribir. No es mi intención hacerles el cuento de la buena pipa.

Encabezan Salidas de emergencia dos citas de sendos escritores que militan en bandos opuestos. Esto lo hice con la mejor de las peores intenciones. El primer fragmento lo extraje de un libro de García Márquez, de la época en que todavía era escritor. Esta cita, además de describir a mis personajes, definía mi estado de ánimo al lanzarme a este proyecto. Dice el Nobel: “…y sentía nostalgia de la escuela, del pizarrón y del mapa de un país superpoblado por los excrementos de las moscas”. La segunda cita, de Milan Kundera, comenta sobre el exilio (ese estado natural del cubano) y la imposibilidad (física, emocional) que presupone el retorno a nuestra tierra natal. Dice Kundera: “Quien echa a perder sus despedidas, poco puede esperar de sus regresos”.

Encontré mis salidas de emergencia cuando pisé suelo neoyorquino, en septiembre de 1999. Unos meses después, mis personajes, poco a poco, comenzarían a encontrar las suyas.

jueves, julio 17, 2008

El misterio de la próstata

Me llega la siguiente nota de Jorge Salcedo (quien ya tiene su etiqueta en este blog).
***
Como te contaba, Alexis, este año cumplo 40, y a esa edad, ya sabes, pasan cosas, suceden sucesos, algunos no muy fáciles de asimilar. Para superar uno de esos trances, acaecido esta semana, escribí esta décima que comparto contigo y con tus lectores, no sin cierto pudor.
Tu socio,
Salcedo

El misterio de la próstata

El misterio de la próstata
se revela a los cuarenta,
con arte manual y cruenta
y por una vía angosta,
sin derecho a la riposta
se alcanza el conocimiento
(o se pierde, si el momento
lo coge a usted distraído);
no hay perdón y no habrá olvido,
ni hubo calentamiento.

miércoles, julio 16, 2008

Rumbo al Canon

A partir de un excelente texto de Manuel Sosa sobre las dimensiones y las lecturas del canon cubensis —que involucran, entre otras notables figuras, a Harold Bloom, Roberto González Echevarría, Manuel Díaz Martínez, Emilio Ichikawa, Duanel Díaz Infante—, Jorge Salcedo y yo —¿o somos uno los dos?— hemos vuelto a la siempre grata tarea de crear un cadáver exquisito, escribiendo, otra vez, versos alternos, inspirados en gran medida en una verdad salomónica expuesta por Sosa: «Muchos quisieran que el Canon fuese una guagua o un tren, y que pudiera regresar mañana a recogerlos, con sus matules a cuestas».

Con ustedes...
***

En el próximo canon nos veremos
si no va lleno y para en la parada,
si no hay confronta o si la madrugada
sosiega la ansiedad de irse a los remos.

En el próximo canon estaremos
traficando influencias, mermelada...
Al canon, con su puerta entrecerrada
por el molote, nos engancharemos.

Canon cubensis, llénanos de gracia,
asciéndenos —a Yale o Hialeah
y su alta y literaria aristocracia.

Cheva, tírame un cabo con Haroldo.
Recuérdale que escribo poesía:
Mi prima está desnuda bajo el toldo…

martes, julio 15, 2008

¡La clave para vencer!

Me llega la siguiente nota de Jorge Salcedo (quien ya tiene su etiqueta en este blog).
***
“Dediquémonos, con modestia y sin fanfarria, cada cual en el puesto que le corresponde, al cumplimiento diario y estricto del deber. ¡Pienso que esta es la clave para vencer!”, subrayó el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro, al clausurar el primer periodo ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular en la actual Legislatura. (Fuente: Granma Internacional, edición del 12 de julio, 2008).

Con modestia y sin fanfarria
—que no se entere mi hermano—
y cumpliendo a lo cubano,
la victoria será diaria.
La reforma carcelaria
ya la envié al parlamento,
los presos están contentos,
los que no están, ya no están,
les di pan pan, pan pan pan,
que es la clave del momento.

Apología al ave nacional

—Rey Midas de lenguaje enrevesado,
destructor del Presente y del Pasado—
y cuanto toca es digno de inodoro,

¿en qué ave mitológica o salvaje
habrá de transformarse su hermanito?
¿Por qué echarle la culpa al pajarito
de la ruina que abunda en el paisaje?

Oh, pájaro que eres mitología,
que sólo vives en nuestra morriña:
tocororo de savia misteriosa,

ignora la bestial alegoría,
perdido en la memoria (o la campiña)
y que Castro renazca… en la tiñosa.

***
Y dice Jorge Salcedo:

Menos de tocororo que de bollo
partido en diagonal, algo abollado
y enmarañadamente apendejado
tiene el cejo ceñudo de este pollo.

Se entrecruzan las plumas y el cogollo
de la palma real por algún lado…
¡Alabado sea el pájaro, alabado
el artista, el fotógrafo y su rollo!

Dicen que asusta, dicen que fulmina
la imagen de la tela y que se mueve
a medianoche sola, y parpadea.

A mí más me parece que se orina
en la tercera edad, o que se embebe,
se arremolina, eructa y se chispea.

lunes, julio 14, 2008

La esquina caliente

Después del papelazo que hiciera el equipo cubano de béisbol frente a una selección —de tercera (sin ofender)— de los Estados Unidos, en Penúltimos días se desató la fiebre de la rima. Jorge Salcedo —que no deja títere con cabeza— escribió una décima a modo de comentario. Ésta fue secundada por PD. Salcedo volvió a la carga. Y, en esas, me embullé a calentar el brazo con unos octosílabos. Aquí transcribo el manojo, respetando el orden de aparición.

Dice Salcedo:

“Prensa cubana critica
al equipo nacional…”
Ya era hora, y no está mal,
se rascan porque les pica.
Creo que nada justifica
una labor tan mediana,
o pronorteamericana,
si uno se pone a pensar…
¿Ya se puede cuestionar
al manager de La Habana?

Dice PD:

El problema de Pacheco
es ser hombre de confianza:
no se queja ni hace chanza
política, se hace el sueco
cuando le piden que explique
su táctica y estrategia
que no es otra que la regia
virtud del buen bolchevique.
No es mánager, es muñeco,
jugar bien importa un bledo.
Olvida el tango, Salcedo:
nuestro béisbol ya está seco.

Dice Salcedo:

No sé si me expliqué mal
al referirme al muñeco;
yo no hablaba de Pacheco,
sino del otro animal.
En el periodo anal
de la era palestina,
solo los hijos de Lina
dan señas, gritan pa’ home.
¡Qué manager ni un cojón!
Pacheco es humo y neblina.

Dice bustrófedon:

Comunicado de Prensa Latina

El problema de Pacheco:
Pacheco es humo y neblina.
Echémosle gasolina
al árbol caído y seco.
Ponches han ido y venido.
Nuestros pilares al bate
nada hicieron al combate.
¿No son miembros del Partido?
Ay, este equipo aguerrido
no batea un aguacate.

domingo, julio 13, 2008

Pa'lante

Hasta la semana pasada, la conjunción de las palabras “para” y “adelante” me traía recuerdos agridulces. “Pa’lante” me llevaba de golpe a los inicios de la década del noventa en la isla terribilis, época en que el folclórico futuro canciller de la república ―por entonces, cabecilla de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba (UJC)― pusiera de moda a lo largo y ancho aquellos conciertos multitudinarios en que coincidían en infeliz mezcla el grupo Mezcla, Carlos Varela, Moncada, los Van Van y otros tantos en el musical pero no bailable acto de cerrar filas con la revolú. Dichos conciertos ―y la claque de actividades que organizara la organización de marras― iban precedidos, sucedidos ―convoyados― por participantes con cintas a la cabeza, así como banderolas, pancartas y demás enseres domésticos y prendas de vestir que reproducían un código alfanumérico:

- 31 y pa’lante,
- 32 y más pa’lante,
- etc.,
que hacía alusión a los años de martirio ideológico y proyectaba la esperanza de continuidad del régimen.

Digo “agridulces” pues la vox populi se encargó bien pronto de tergiversar los eslóganes hasta darles un sentido más a la altura de las opiniones del cubano de a pie:

- 31 y pa’lante,
- 32, no hay quien aguante,
- 33, sin comandante,
- 34, igual que antes…
Y digo “hasta la semana pasada” pues en mi periplo italiano, se coló Willy Chirino de polizón (junto a los Matamoros y a Cuní). Y he dado este rodeo para decir que desde entonces, “pa’lante” tiene connotaciones mucho más placenteras. Ahora asocio el vocablo con la más reciente producción discográfica del autor de “Nuestro día (ya viene llegando)” ―canción que sigue siendo, hasta tanto se demuestre lo contrario, la mejor alternativa al himno nacional―.

En general, me sorprendió la tendencia pop de Pa’lante ―que se puede apreciar en “Me negarás tres veces”, “El último bolero” y “Hay amores”, así como en las versiones pop de esta última y de “Por el mismo camino”―, pero como dice Wahero en la canción que abre el disco: «Los hay que tienden a subir,/ los hay que suben a tender». Chirino, no caben dudas, milita en el primer bando.

Entre los aciertos, Chirino tuvo la osadía de incluir en el repertorio un tema de Habana Abierta. “La algarabía” que firmaran Kelvis Ochoa y Boris Larramendi es pasada por agua ―del Atlántico que los separa― y reinventada para que la baile y consuma un público más diverso a este lado del océano. No soy partidario de los cambios de letra innecesarios, pero como mismo hiciera años atrás al cubanizar las “Medias negras” de Joaquín Sabina ―muchos compatriotas todavía sólo conocen su versión sonera―, en esta ocasión, Chirino se ha apropiado de música y texto y aunque no supera al original ―tal opción no es posible―, lo iguala en gracia y sabrosura. Donde había descontento social en el decir de Habana Abierta ―«Estuve en cautiverio,/ ponme una cerveza fría»―, Chirino le cambia el derrotero ―«La pista está encendida,/ ponme una cerveza fría»―, pero la esencia ―su onda parrandera― está presente en la reinterpretación, al igual que también figura la guitarra de Ahmed Barroso que viene a repetir, con gusto y ganas, lo que hiciera en el original. Admito que esta nueva algarabía no me gusta más que la de Habana Abierta. Pero tampoco me gusta menos. “Fue la música” es otro tema digno de mención, al igual que “Pa’lante”, “Los campeones de la salsa” y el dúo con Oscar D’León en “Lo que está pa’ ti”. Estas cuatro canciones pecan de lo mismo: soltura en las letras y buenos arreglos. Ideales para hacer que sigan llegando bailadores, compay, por los caminos atascados.

Si obviamos los “bonus tracks” ―las versiones pop de “Hay amores” y “Por el mismo camino”, que, al margen de mis desavenencias con el género, me han alegrado más de una tarde―, Pa’lante culmina con “El mar nos une” ―un tributo a las víctimas de la masacre del remolcador 13 de marzo, atropello perpetrado por el régimen cubano el 13 de julio de 1994―.

Para más exquisitez, el homenaje viene con una coda: una sabrosísima conga titulada “¡Que se vaya ya!”. Añoro el día en que se pueda corear a todo pulmón en la isla. Su cadencia, su letra pegajosa y catártica y las ganas de la mayoría de los cubanos de sacarse esa espina del zapato harán que el estribillo nos sepa a gloria. Para los que quieran ir ensayando, aquí va un avance:

«(…) porque el pueblo sufre y calla.
¡que se vaya! ¡que se vaya!
Que se lleve la metralla.
¡Que se vaya ya!».

Mientras nos aprendemos el coro y se nos alarga (o acorta) la espera, propongo que, con Chirino, sigamos pa’lante.

viernes, julio 11, 2008

Huevo “culeco”

Mi propuesta de hacer un cadáver exquisito —¡y dale con el huevo!— no cayó en saco roto. En La Finca de Sosa, Jorge Salcedo me siguió la rima. Puestos a ser justos, fui yo quien le siguió la rima (que el primer verso es suyo). Entre ayer y hoy, hemos dejado comentarios alternos, escribiendo un verso él, otro yo... En pocas ocasiones me he divertido tanto desde que me lancé al rollo de la blogosfera. A Salcedo, un abrazo y las gracias.

Con ustedes, el cadáver exquisito:

Vivir es perder tiempo y la gallina
que ha puesto el ya tan codiciado huevo
mira hacia atrás, la sombra del mancebo
que con tanto cariño la insemina.

Se dilata su esqueleto y se imagina
la pasión que consume al fiel efebo;
ni el récord ni el amor tendrán relevo,
ni el huevo irá a parar a la cocina.

Seda, saliva, semen, sacrificio,
sangre, silencio, súplicas serenas,
savia de pueblo corre en su orificio,

caldo de pollo corre por sus venas.
Él saca, ella jadea, se incorpora
y puja el huevo que anuncia la aurora.

Símbolos patrios

Anoche, durante un paseíllo después de la cena, nos detuvimos frente a las vidrieras del restaurante cubano de nuestra área. Hasta entonces, no había reparado en la modesta exhibición de “objetos típicos” que el dueño —un tipo chévere, hijo de inmigrantes italianos— seleccionó basado en su distante e idílico concepto de cubanía.

Destacan en el muestrario un par de tumbadoras, unas cajas de tabaco, un sombrero de yarey y otro de jipijapa, un saco de arroz (en miniatura) con un texto que anuncia que esa marca (que lleva el nombre del restaurante) es la mejor para las paellas, un paquete de café (de la misma marca) y una copa con ese trago tan endémico de la isla que es ¡la sangría!

Absorto ante el cristal, pensé en sugerirle al bienintencionado chef que actualizara los íconos para ponerlos a tono con el momento. Pero desistí. Mis sugerencias le habrían quitado el apetito al más pinto de la paloma. Aquí dejo algunas. Como ha de resultar obvio, se aceptan colaboraciones.
***
Símbolos patrios
- un remo
- una mordaza
- una celda tapiada
- una foto de un grupo de hombres, mujeres y niños gritando desaforadamente
- una foto del balserito Elián González
- una foto del militante de la Unión de Jóvenes Comunistas Elián González
- un dedo índice
- una tonfa
- un muro ensangrentado
- una ventana enrejada
- una pelota de trapo
- un cuño
- un pan viejo
- una cola para comprar un pan viejo
- un perro que gruñe y muestra los dientes
- un charco
- un solar yermo
- un solar de Centro Habana
- un guataca
- una guataca
- un bajichupa
- una chiringa
- una chiringa que se va a bolina
- un bombillo fundido
- un altoparlante

jueves, julio 10, 2008

El cadáver exquisito beberá el vino nuevo

La idea me viene de un comentario que acabo de dejar en La Finca de Sosa. El proyecto es simple: propongo que hagamos un cadáver exquisito. Hasta ahora, las cosas van de este modo: el primer verso es de Jorge Salcedo, el segundo es mío, el tercero… ¿tuyo?
***

Vivir es perder tiempo y la gallina
que ha puesto el ya tan codiciado huevo
no nos podrá ofrecer más nada nuevo.
Es mejor que otro invento de la China.

Esta no es más que otra de sus mentiras:
el café caturra y los diez millones...
que comprará camisas y condones...
y que en su tumba erigiremos piras...

Y velado con huevos apagados...

***
Créditos:
Verso 1: Jorge Salcedo
Verso 2: Bustro
Verso 3: Anónimo
Verso 4: Anónimo
Verso 5: Anónimo
Verso 6: Anónimo
Verso 7: Anónimo
Verso 8: Bustro
Verso 9: ACRey

Argos canta frente al vellocino de oro

Un Huevo de tamañas proporciones
sólo pudo salir del Comandante.
Huevo de Don Quijote y Rocinante,
Huevo de continuar revoluciones,

Huevo que rompe un récord inaudito
y cambiará el estado de las cosas.
Gran Huevo de simientes misteriosas,
llévanos a explorar el infinito.

¿Acaso la señal que aquí esperamos
es este óvalo blanco y divino?
Responde nuestras dudas, Noble Huevo.

Te freímos, por agua te pasamos.
Contigo conquistamos el destino.
De ti saldrá, por fin, el Hombre Nuevo.

miércoles, julio 09, 2008

Nacimiento de la primavera

Cuando se rompa el cascarón del huevo más grande del mundo, para sorpresa de incrédulos y mirones, de una vez y por todas —cual Venus de Botticelli— saldrá de su interior… ¡el Hombre Nuevo!

La Heredera

(a Mariela Castro Espín)

La paja que ella busca en ojo ajeno
―la lleva en su retina, como un velo―
la heredó de su padre y de su abuelo:
“Si eres gay, te arrastramos por el cieno”.

Quiere tapar el sol de su arrogancia
con el dedo de una verdad a medias.
Ay, Mariela, que ocultas las tragedias,
esa fruta que vendes está rancia.

Que te compre aquel que te conoce,
pues yo que no te sé, sé suficiente.
Quienes creen tus cantos de sirena

prefieren olvidar el acabose
de la UMAP y de la “gente indecente”.
¿Qué alegría a qué cuerpo, Macarena?

martes, julio 08, 2008

El Gran Huevo

A través de Penúltimos días me llega la noticia de que una gallina cubana ha puesto el huevo más grande del mundo. De veras que dan gusto las piruetas que se gasta el castrismo en busca de motivos para celebrar… Por cierto, esta gallina me recuerda a la famosa Ubre Blanca, la productiva vaca que daba toneladas de leche invisible (invisible pues el pueblo no la veía). Y puesto a hurgar en el baúl de los recuerdos, creo que alguna vez escuché que en Cuba se encuentra la mini presa más grande del mundo.

Es probable que la semana entrante la maquinaria de distracciones que es Prensa Latina nos sorprenda con que en la isla habita el enano más alto y el arrogante más modesto.

Vaya, lo que se dice, todo un país.

Próximo lema de los pioneros (según Mariela Castro Espín)

A partir de mañana, a lo largo y ancho de la isla, los alumnos gritarán a coro en los matutinos escolares:

«Pioneros por el conformismo, ¡seremos LGBT!».

Conducta impropia

A propósito de una carta abierta que —en defensa de su tiránico y homofóbico abolengo— escribiera Mariela Castro Espín al Presidente de la Asociación Mundial de Sexología, me permito recomendarle a la de los apellidos nefastos que le dé una repasada al documental Conducta impropia, de Néstor Almendros y Orlando Jiménez Leal. Que lo mire una, dos, tres... tantas veces sean necesarias, hasta que se vea libre de esa ceguera genética que con tanto encono aqueja a su familia.

Lo que me dijo (entre líneas) un venezolano en el aeropuerto Fiumicino de Roma

A mí tu comandante no me engaña,
pero el Mico Mandante me atormenta.
Por eso me escapé de la tormenta:
desde Miami, miro su patraña.

Si somos de algún buitre las dos alas
―como diría un boricua trasnochado―,
mi futuro es igual a tu pasado.
«Cambio mi petróleo por tus balas»,

―dice el Mico Mandante al Enfermizo.
«Y mándame doctores y enfermeras
que cuiden de mis tripas y mi aliento.

Tú, sigue construyendo el paraíso,
pleno de represión y jineteras.
Yo seguiré enviándote el sustento».

lunes, julio 07, 2008

Ya que estamos...

En El Voto Oculto, una propuesta de elecciones y un post que recomiendo: Los rebeldes no vendrán de las montañas.

La bella y la bestia

Transcribo un soneto de Néstor Díaz de Villegas
***

de Jean Cocteau

Nada hay más invisible que lo bello
—delante de los ojos se pasea:
matemáticas mudas se granjea
la columna de mármol de tu cuello.

Nada hay más evidente que la fea
y sucia realidad donde me estrello
—se le cae a pedazos el repello,
su infame decadencia me rodea.

Quiero hacer lo invisible conocido,
y lo que más se ve lavar un poco
y llevarlo al altar de lo vivido

y casar bella y bestia, como un loco
cineasta que transmuta lo escondido
en lo que veo y siento y lo que toco.

domingo, julio 06, 2008

Parole antica

Hemos pasado un fin de semana inolvidable: perdidos en las montañas de La Toscana, sin acceso a internet, sin teléfono, con nuestra familia italiana y una boda ―de mia sorella― por celebrar.

En honor a los recién casados, transcribo un soneto de Francesco Petrarca.
***

I' vidi in terra angelici costumi
et celesti bellezze al mondo sole,
tal che di rimembrar mi giova et dole,
ché quant'io miro par sogni, ombre et fumi;

et vidi lagrimar que' duo bei lumi,
ch'àn fatto mille volte invidia al sole;
et udí' sospirando dir parole
che farian gire i monti et stare i fiumi.

Amor, Senno, Valor, Pietate, et Doglia
facean piangendo un piú dolce concento
d'ogni altro che nel mondo udir si soglia;

ed era il cielo a l'armonia sí intento
che non se vedea in ramo mover foglia,
tanta dolcezza avea pien l'aere e 'l vento.

jueves, julio 03, 2008

Preguntas al Convaleciente

Prisioneros de la imagen de hierro
que tú mismo implantaste cual decreto,
tu estómago, el estado y el secreto
penden de un hilo. Pobre testaferro.

Escritor sin talento y sin palabras,
samurái sin katana y sin honores,
barco a vapor que pierde sus vapores,
nigromante de intenciones macabras,

¿cuánta agua que ―sin beber― no dejaste
que siguiera su curso cuesta abajo?
Respóndenos, perro del hortelano.

¿No te basta todo lo que arruinaste?
¿Te apetece la casa del carajo?
Ojalá allá no encuentres un cubano.

miércoles, julio 02, 2008

La Familia, la propiedad privada y (por suerte) sin Silvio

Transcribo un soneto de Eduardo Frías Etayo.
***

No tengo cerveza de carnavales,
ni de mi boulevard una croqueta,
no tengo que cumplir ninguna meta,
ni tengo que apostar mis genitales,

no tengo la montaña donde sueño,
ni siquiera la cueva que visito,
alquilo mi sepulcro, me extradito
a cualquier parte, ya no tengo dueño.

No tengo que llenar un formulario
para rogar lo que me pertenece,
lo que doblando el lomo he merecido.

No me convertiré en lobo estepario,
ni seré quien de su tierra aborrece,
aunque no tenga lo que ya he perdido.

Una respuesta enérgica

Ayer en la mañana, pasé por la recepción del hotel y, en mi rudimentario italiano, pedí un transformador para poder conectar mi computadora. La amable napolitana me aclaró que el objeto que me entregaba era un convertidor «porque convierte la energía, no la transforma». Acepté el artefacto, le di las gracias, y de inmediato me vino a la mente aquella joya del totalitarismo tropical ―que se atribuye indistintamente a Pedro Ross, Felipe Pérez Roque o algún que otro celoso exégeta del castrismo― que le da un nuevo sentido a la primera ley de la termodinámica al establecer que:

«La energía ni se crea ni se destruye, ¡se conquista con el filo del machete!».

martes, julio 01, 2008

De la propiedad privada sobre los medios fundamentales de producción

(a Nicolás Guillén)

¿Tengo? Vamos a ver. ¿Que tengo el cielo?
¿Soy dueño de esta isla y su riqueza?
¿Tengo? ¿Que tengo el mar y la cerveza?
¿Tengo el hotel? ¿Me pertenece el suelo?

¿Tengo que nadie puede maltratarme
por el pigmento de mi piel mestiza?
Tengo años de llevar esta camisa:
un camisón de fuerza. Y el gendarme

que a ratos me aprisiona si protesto
me obliga a caminar por la otra acera.
Tengo una miopía inoportuna:

equivoqué la sed con el impuesto,
la fogata hogareña con la hoguera,
y un satélite incierto con la luna.